en Décima Espinela

Cuando el codo empina el cura



Cuando el codo empina el cura
de vino con una bota
se le ve la barrigota
no se le ve la tonsura.


De la parroquia vecina
sale libre de sotana
y en la soleada mañana
se detiene en una esquina.
Entra y pide en la cantina
un zumo con levadura
aflora un sueño de altura
mejor dicho, celestial
y se cree un Cardenal
cuando el codo empina el cura.


En su muñeca la esclava
es una gran tentación
y él por toda precaución
al toque, el semblante agrava.
Escucha una Salsa brava
y el alma se le alborota,
no desperdicia una gota
de este líquido elemento
y la pasa muy contento
de vino con una bota.


Diciendo ¡salud! saluda
le hace el licor tal efecto
que ya ha cambiado su aspecto
y hasta por los ojos suda.
Ruidosamente estornuda
y dice su palabrota,
en ese estado ni nota
que por la tela insumisa
reventada la camisa
se le ve la barrigota.


En eso aparece Pocha
es una bella mulata
que para casi calata
y con cualquiera trasnocha.
Mira bien a la morocha
y le entra la calentura,
y mirando al cielo apura
el trago ¡seco y volteao!
y al estilo del Callao
no se le ve la tonsura.

© 2007 Luis Bárcena Giménez

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