en Décima Espinela

No puedo ver el confín



No puedo ver el confín
que me perdonen los cielos
solo puedo ver los pelos
y saber cuál es su fin.


Hice un alto en mis funciones
repatriando polizontes
ver estrellas y horizontes
eran mis aspiraciones.
Ahora estoy de vacaciones
pero tengo más trajín
desde aquí, de Celendín
¡mira cómo son las cosas!
por dos shilicas rumbosas
no puedo ver el confín.


Me complacen el capricho
de tenerlas en pareja
nadie se amarga y se queja
de la discordia no hay bicho.
Por todo esto, mejor dicho
no son un par de pomelos
y si ellas me traen desvelos
al mostrarme sus encantos
yo me olvido de los santos
que me perdonen los cielos.


De su gente saben cuándo
se les da por la vigilia
es entonces que en familia
las horas pasan cantando.
Con éxito están sorteando
a padres, tíos y abuelos
desnudas y sin recelos
vienen a mí las chiquillas
y al sentarse en mis rodillas
solo puedo ver los pelos.


Viento en popa va el placer
vivo caliente en la sierra
mas como esta no es mi tierra
todo puede suceder.
Muy shilicas podrán ser
pero yo soy de Junín
y al estilo Rasputín
si me dan amores “bambas”
puedo disfrutar con ambas
y saber cuál es su fin.

© 2007 Luis Bárcena Giménez

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