El callejón “Sal si puedes”
a pesar de ser temido
es mucho más concurrido
que el templo de Las Mercedes.
De la Casa de Pizarro
en dirección no sé adonde
se yergue pero se esconde
un renombrado cotarro.
Hay pintadas, sangre y barro
en sus vetustas paredes
y aunque existen otras sedes
donde corre pasta y plomo
entre los bravos no hay como
el callejón “Sal si puedes”.
Un antro donde maldad
el diablo enseña y aprende
y cuando sus luces prende
muestra su precariedad.
Dentro de la gran ciudad
semeja un huerto perdido
y al callejón escondido
que es un nido de maleantes
no le faltan visitantes
a pesar de que es temido.
Pues dicen que el vacilón
con la rubia y con la blanca
una vez que este arranca
nadie para la función.
Al frente del callejón
con mis pasos he venido
y bastante sorprendido
desde la acera contemplo
que en comparación al templo
es mucho más concurrido.
Adentro azota un flagelo
que se conoce y se nombra
pero a todo el mundo asombra
el que lo cuiden con celo.
Hay pájaros de alto vuelo
que se libran de las redes
y al callejón, como ustedes
sospecho, ¡le dan licencia!
pues tiene más concurrencia
que el templo de Las Mercedes.
© 2007 Luis Bárcena Giménez
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