en Décima Espinela

Dios sabe que es mi quimera



Dios sabe que es mi quimera
hallar el Árbol del Bien
para cosechar los cien
versos de sabiduría
con los que te pintaría
en un poema ¡el edén!


Del pasado hacia el futuro
como en el tiempo presente
eres la luz que indulgente
alumbra el camino oscuro.
Por esa vera procuro
seguirte la noche entera,
y aunque no se la dijera
en mi diaria confesión
ser dueño de tu pasión
Dios sabe que es mi quimera.


Si es que existió el Paraíso
lo disfrutó solo Adán
tras su victoria Satán
asumió su compromiso.
Ante este diablo insumiso
el hombre pronuncia ¡amén!
me lo dijo y no sé quién:
Persigue tu ingenuidad
en un mundo de maldad
hallar el Árbol del Bien.


Si mi ingenuidad insiste
en lo bueno hay que insistir
en mi modo de vivir
el sueño a lo real embiste.
Por tanto ¡el árbol existe
como sus frutos también!
son cien frutos que al vaivén
del viento, en la copa están
y allí llegará mi afán
para cosechar los cien.

Yo que nací sin talento
sin fortuna y sin linaje
no tengo más equipaje
que mi propio sentimiento.
Para tu merecimiento
estoy lejos todavía,
humilde mas con porfía
mi mente sapiencia clama
porque es grande quien declama
versos de sabiduría.


Viviendo por tu querer
ya no vivo en orfandad
y te digo de verdad
que sea lo que ha de ser.
Mas si eres tú la mujer
que acabe mi vida umbría
tener es mi fantasía
en líricos universos
una acuarela de versos
con los que te pintaría.


Y con mi trova inspirada
de tu belleza en la fuente
tendría para hacer frente
a la muerte desalmada.
Yo te diré dulce amada
cuando tú me digas ¡ven!
quisiera cuando no estén
los fantasmas de la guerra
entregarte aquí en la tierra
en un poema ¡el edén!

© 2005 Luis Bárcena Giménez

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