en Décima Espinela

Para siempre te perdí



A la iglesia yo asistí
el día que te casaste
con el amor que juraste
para siempre te perdí.


Sin tener invitación
a tu boda sorpresiva
tragué bastante saliva
y me colé en la función.
A recibir mi sanción
raudo del hogar partí
recordando que de ti
por paciente me mofé
sin alegría y sin fe
a la iglesia yo asistí.


Yo escuchaba al sacerdote
bien paradas las orejas
en medio de un par de viejas
que estiraban el cogote.
Allí entendí que el camote
que me tenías, tiraste,
el ¡sí! que tú pronunciaste
me señaló la salida
y yo salí en estampida
el día que te casaste.


No fuiste mi vacilón
eso que te quede claro
yo soy un pájaro raro
en el amor remolón.
Aunque yo hice un papelón
no digo que me engañaste,
desde que tú despertaste
yo voy rodando la cuesta
tu vas de la ola en la cresta
con el amor que juraste.


Sin que me guste quejarme
me quejo y solo farfullo
diariamente a mí el orgullo
no deja de aguijonearme.
Sigo sin poder pararme
del porrazo que me di,
si a la guadaña evadí
no pude borrar tu impronta
pues de la forma más tonta
para siempre te perdí.

© 2004 Luis Bárcena Giménez

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