en Décima Espinela

El marido de Melisa



El marido de Melisa
a la casa no aportaba
cada que se emborrachaba
¡le metía su paliza!


Un muerto se encuentra acá
con su terno de madera
no tiene la lengua afuera
pero mala espina da.
Defiende en el más allá
de Satanás la divisa
y no merece la misa
misa de cuerpo presente
que en vida fue mala gente
el marido de Melisa.


La gente que asiste aquí
opinando no se corta
a la viuda reconforta
y condena al baladí.
Vivía pensando en sí
¡el hijo de la guayaba!
nadie en el barrio dudaba
que era mezquino el canijo
pues teniendo sueldo fijo
a la casa no aportaba.


Mientras que Melisa flaca
vivía en compás de espera
practicaba el calavera
con las Evas ¡toma y daca!
En el bar “Furia chalaca”
con los amigos chupaba
y en su mente alucinaba
no con los campos de gules
sino con diablos azules
cada que se emborrachaba.


De Satanás con la tara
en su casa aparecía
y el aire se enrarecía
empañando la mampara.
Dibujada ya en su cara
una siniestra sonrisa
se quitaba la camisa
decía una palabrota
y a Melisa por idiota
¡le metía su paliza!

© 2007 Luis Bárcena Giménez

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