Al ver a Adán caliente
con la mano en la banana
tentada por la serpiente
Eva le dio la manzana.
Estando en su juventud
Dios hacía que demoren
para que no se acaloren
con un sol en plenitud.
Alguien rompió la quietud
del paraíso silente
Eva, mujer penitente
que no comía una rosca
rápido se puso mosca
al ver a Adán caliente.
Como Dios la hizo más lista
ella exclamó ¡aleluya!
y antes de que se destruya
empezó a seguir su pista.
Caminaba sin ser vista
tras de su estampa lozana
ella lo vio una mañana
oculto tras de un arbusto
dispuesto a darse su gusto
con la mano en la banana.
Y pensando en la permuta
le dijo - ¡ya te pesqué!
sin ponerse a pensar que
no seguiría impoluta.
Abierta ofreció la fruta
para que le hincase el diente
llevado por la corriente
el varón no se contuvo
porque la mujer estuvo
tentada por la serpiente.
Al ver que Adán la cogía
para dejarla caer
ella le quitó el postrer
reparo que aún tenía.
Dándose maña sería
madre de la raza humana
en su función de hortelana
y a sus intenciones fiel
sin separarle la piel
Eva le dio la manzana.
© 2007 Luis Bárcena Giménez
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