en Décima Espinela

Satanás entró a Surquillo



Satanás entró a Surquillo
confiando en su maleficio
pese a conocer su oficio
perdió poncho y calzoncillo.


El diablo en la tierra chola
en la que ya es residente
eligió un lugar de ambiente
pa’ meter cuernos y cola.
Sabía que a la pistola
le apretaban el gatillo
en los ojos con el brillo
más el tridente en la mano
sonriéndose campechano
Satanás entró a Surquillo.


Le habían dicho que eterno
era un día de pendencia
y él quería esta vivencia
escribir en su cuaderno.
De este barrio, en el infierno
le contó el cholo Dionisio
y dispuesto a meter vicio
como a manosear un rabo
escogió el sitio más bravo
confiando en su maleficio.


Los ecos de una jarana
a sus oídos llegaban
“Son de los diablos” cantaban
¡cantaban de buena gana!
Con concha entró a la chingana
de Ña Ruperta Aparicio
Satán exigió un servicio
diciendo: “quiero dos putas”
y allí las pasó canutas
pese a conocer su oficio.


Le hicieron blanquear las bolas
las Evas con desparpajo
y con sus bolas de abajo
jugaron a carambolas.
Y encima de que las “Lolas”
lo dejaron sin sencillo
por la habilidad de un pillo
apodado “Barrabás”
el temible Satanás
perdió poncho y calzoncillo.

© 2007 Luis Bárcena Giménez

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