en Décima Espinela

Con su ternura infinita



La madre es el ser grandioso
que nos ha tocado en suerte
que sin pensar en la muerte
lucha sin ningún reposo.
Ante el sol que es un coloso
enérgica el aire agita
pues aunque esté muy viejita
y viviendo en el secano
nos refresca en el verano
con su ternura infinita.


Ni el ciclón ni el vendaval
que causan calamidades
le impiden hacer bondades
de manera natural.
En medio del temporal
que las hojas decapita
pone a la espalda la cuita
y salvando a su retoño
nos reverdece en otoño
con su ternura infinita.


Allá en la cumbre nevada
de baja temperatura
pone su cruz a la altura
de otra cruz que está plantada.
Y con bríos renovada
la cordillera transita
y asistiendo a cada cita
en donde el frío es eterno
nos abriga en el invierno
con su ternura infinita.


Cuando despiertan las flores
y engalanan la pradera
se le ve en la sementera
ocupada en sus labores.
Y los hijos ya mayores
que la hicimos abuelita
sabemos que en su chocita
la madre que nos espera
nos aroma en primavera
con su ternura infinita.

© 2005 Luis Bárcena Giménez

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