A los pobres, Padre Eterno
siempre nos dan el consuelo:
Para ganarnos el cielo
hay que vivir un infierno.
¿Sabes que los potentados
nos tratan al estropajo?
¡nos miran de arriba abajo
y por los cuatro costados!
Desde aquí desamparados
clamamos tu amor paterno,
si anotas en tu cuaderno
Tú que igual a todos mides
en lo alto no nos olvides
a los pobres, Padre Eterno.
¡Es un calvario vivir!
perdona nuestra amargura
si en un rapto de locura
llegamos a maldecir.
¿A quién vamos a pedir
si aplican la ley del hielo?
Padre, descorriendo el velo
de infortunadas mudanzas
tus sagradas enseñanzas
siempre nos dan el consuelo.
A la humana ambición
nuestras penurias debemos
pues los pobres no tenemos
¡una mísera ración!
Dada nuestra condición
somos causa de recelo
y con el diario flagelo
que nos agranda la herida
llevamos la muerte en vida
para ganarnos el cielo.
Hacemos las oraciones
y rezamos con afán
pero el mendrugo de pan
¡siempre está de vacaciones!
Si existen cuatro estaciones
solo tenemos invierno,
como importamos un cuerno
tanto en la paz y en la guerra
en nuestro paso en la Tierra
hay que vivir un infierno.
© 2005 Luis Bárcena Giménez
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