Por esforzarme logré
dolor de espalda y cintura
de mano una torcedura
y ampollas en cada pie.
Mi jefe pa’ su acomodo
y el de su gente apreciada
me tiró una palabreada
con imperativo modo:
“Aquí tú terminas todo
trabajo que se te dé”
y actuando de buena fe
pa’ que la pata no estiren
que cual máquina me miren
por esforzarme logré.
En la línea delantera
me tocó desenvolverme
y allí tuve que moverme
como no lo hace cualquiera.
Por comer a la ligera
se aflojó la dentadura
y debido a la postura
agachada y sin cuartel
se volvió crónico el
dolor de espalda y cintura.
Al curso de Anatomía
el desgaste me mandó
porque ya sentía yo
que el esqueleto crujía.
En la cabeza tenía
alta la temperatura
y aunque en la manufactura
la atención siempre mantuve
por apresurado tuve
de mano una torcedura.
Empezó con un zumbido
el oído a molestarme
y la visión a dejarme
a veces ensombrecido.
Y habiendo ya perdido
bastante de mi caché
para remate un traspié
me recordó con más brillo
tener mal cada tobillo
y ampollas en cada pie.
© 2007 Luis Bárcena Giménez
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