en Décima Espinela

El soldado de Ayacucho



En lo alto del Sarasara
por un mandato divino
se ve nítida la cara
¡del gran Andrés Avelino!


Volé cual un aguilucho
de mi pueblo Chainacota
y logré ver al patriota
que preparaba el cartucho.
El soldado de Ayacucho
tendido el fusil dispara,
con valentía se para
¡se niega a la rendición!
y hace flamear el pendón
en lo alto del Sarasara.


Prosigo el vuelo al momento
en la Historia más me adentro
y con alegría encuentro
el mismo comportamiento.
De raza viene el cimiento
del osado huamanguino,
cuando algún hombre mezquino
quiere amarrarle el bejuco
se rebela el Morochuco
por un mandato divino.


Subiendo desde la breña
entre el silencio y la calma
rápidamente del alma
una honda emoción se adueña.
En una colosal peña
que en el nevado se ampara
por una cosa muy rara
de entre los Héroes Grandes
de aquél “Brujo de los Andes”
se ve nítida la cara.


Allí termino mi viaje
y una nueva etapa inicio
ya que sin ningún prejuicio
averigüé mi linaje.
Embebido de coraje
aseguro con buen tino
ya sé cuál es mi destino
porque en mi alma dispuesta
mantengo viva la gesta
¡del gran Andrés Avelino!

© 2005 Luis Bárcena Giménez
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