en Décima Espinela

Una mujer mercantil



Una mujer mercantil
huyó en busca de fortuna
y el niño duerme en la cuna
su eterno sueño infantil.


Bajo de un humilde techo
vivía en la población
esperando la ocasión
para abandonar el lecho.
De la idea pasó al hecho
un día del mes de abril
cual el raudo proyectil
que de pistola salió
de casa se disparó
una mujer mercantil.


Pudo mantener su arcano
por la ingenuidad del hombre
y de este dejó su nombre
tirado por el rellano.
Cambió el sentimiento humano
por una actitud gatuna
y al caer la noche bruna
al olvido sacó filo
y vestida de sigilo
huyó en busca de fortuna.


Alguien la ve y en su rol
de no enterarse de nada
fija la turbia mirada
en soñoliento farol.
Y mientras que el astro sol
brilla por otra tribuna
la noche no tiene luna
la negrura es soberana
la madre ya está lejana
y el niño duerme en la cuna.


El varón, que con frecuencia
con el compadre se turna
en la jornada nocturna
trabaja con diligencia.
De la fémina presencia
queda un mugriento mandil
y en el frío cuchitril
hay un muchachito inerme
y no llora porque duerme
su eterno sueño infantil.

© 2007 Luis Bárcena Giménez
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