en Décima Espinela

En recompensa a mi esfuerzo



Después de la chamba dura
en recompensa a mi esfuerzo
me sirvieron el almuerzo
junto al tacho de basura.


Pa’l doctor José Linares
allá en el sur del país
trabajé un día de mis
vacaciones escolares.
De tanto cargar sillares
me dolía la cintura
y extrañaba la mixtura
de la pimienta y comino
pues me entró un hambre canino
después de la chamba dura.


Bajo un sol abrasador
y de su atenta mirada
con la espalda jorobada
yo culminé mi labor.
Aprovechando el sopor
en que me encontraba inmerso
el doctor diciendo un verso
que me pareció proclama
me pagaba con la jama
en recompensa a mi esfuerzo.


Con el hambre que tenía
mi mente no funcionaba
y como cansado estaba
ya ni a pitear me atrevía.
No imaginé que ese día
seguiría siendo adverso
pues creyendo que un disfuerzo
hice en toda la mañana
dos cholas de mala gana
me sirvieron el almuerzo.


Yo que pensaba llevarme
un sol por esa actuación
me llevé una insolación
y las ganas de bañarme.
¿Y cómo no iba a ganarme
de un bicho la picadura?
el plato con agua oscura
sobre el fregadero humeaba
y este a su vez estaba
junto al tacho de basura.

© 2007 Luis Bárcena Giménez
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