en Décima Espinela

Madre Bendita



Esa abnegada mujer
la resignada viejita
nos prodiga  su querer
porque es la Madre Bendita.


Dios la hizo compañera,
amiga y mujer del hombre
¡Madre! le puso por nombre
y le dio amor y espera.
La creó de tal manera
con su infinito poder
para que pueda traer
los hijos a este mundo
y nos ampare en rotundo
esa abnegada mujer.


Le obsequió el amor materno
¡el cariño sin igual!
que llegando a celestial
nos libra de todo averno.
Y con ese llanto tierno
que es la lágrima infinita,
donde al hijo resucita,
donde lucha y se agiganta
se convierte en una santa
la resignada viejita.


Es verdad y no parece
que muchísimos amores
corren de nuestros dolores
¡sólo el de ella permanece!
Ahí su corazón ofrece
consolando un renacer,
da aliento para vencer
y en una palabra hermosa
con su sapiencia de diosa
nos prodiga su querer.


Con la “M” de María
también se escribe ¡mamá!
palabra que es el maná
de nuestra sana alegría.
Ser grandioso que es la guía
en la noche que crepita,
que nuestras penas habita
cuando nos hemos caído,
ella nos ha redimido
porque es la Madre Bendita.

© 1986 Luis Bárcena Giménez

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