en Décima Espinela

A la vuelta de la esquina



Este es un barrio limeño
que se volvió populoso
y ahora parece un coso
donde nadie tiene sueño.
Sin embargo, cual ensueño
entre garúa y neblina,
de rasgos físicos fina
más una voz melodiosa
vive una mujer hermosa
a la vuelta de la esquina.


Aquí es muy duro vivir
cada quien ve su acomodo
y el que se caiga en el lodo
solo tiene que salir.
Con incierto porvenir
no hay labor anodina,
para seguir su rutina
y a su prole mantener
Pedro tiene su taller
a la vuelta de la esquina.


De mercancías repletas
guiadas a paso cansino
hacia el lugar de destino
se entrecruzan las carretas.
Y calzada con chancletas
y en el cuello una chalina
la señora Catalina
conocida de la gente
vende el típico emoliente
a la vuelta de la esquina.


Hay quienes viven del ocio
como si fuese un trabajo
y andan de arriba a abajo
en busca de un nuevo socio.
Al lado de un buen negocio
nunca falta una cantina,
con su manera ladina
pululan “lobos” y “zorras”
que provocan las camorras
a la vuelta de la esquina.

© 2005 Luis Bárcena Giménez

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